Crónica de la Media Maratón de Lisboa

"Muchos años después, frente a sus compañeros de fatiga, el letrado D. Andrés Córdoba había de recordar aquella mañana remota en que siendo presidente del club de atletismo, les llevó a correr la media maratón de Lisboa. La capital portuguesa era entonces una ciudad cosmopolita con acento colonial, construida a la orilla del Tajo, como una perla que se abre tímidamente al océano"

Con este guiño al genial García Márquez podría comenzar la crónica de una experiencia inolvidable vivida por los diecisiete componentes del club y acompañantes, en la 27ª Meia Maratona de Lisboa, disputada en el país vecino el pasado 19 de marzo, Día del Padre. Una resaca de intensas emociones, de imágenes vividas y compartidas, nos anega y aviva el recuerdo. También para los dos compañeros que por cuestiones personales de última hora no pudieron estar.

En los prolegómenos, la camiseta personalizada roja y gualda, patrocinada para la ocasión por la concejalía de Deportes, nos cubría de un halo de marcado patriotismo del que hicimos gala durante toda la carrera, reforzado por improvisadas muestras de simpatía, especialmente las de sonrisa oriental. ARAQUE, MOISÉS, A. TOSCANO, MORIANA, P. TOSCANO, JERÓNIMO, JAVIER. PEPE, MARTÍN, A. RUBIO, A. CÓRDOBA, CABELLO, EL KAKA, CRISTÓBAL, IGEÑO, GON y P. ORTIZ lucían en su espalda junto a las banderas de España y Andalucía.

Javier se encargó magníficamente de toda la logística del viaje y Pepe consiguió que nuestra visita a Lisboa fuera de lo más gratificante y aprovechada. En ambos recae gran parte del éxito de esta aventura que puso rumbo a la antigua Lusitania en la fresca madrugada del sábado 18. En total, veintinueve de la partida. Que cada uno lo cuente como quiera, pero al que suscribe se le hicieron muy pesadas las 6 horas largas de viaje en autocar, con perdón, "no sabía dónde poner el huevo", asombrado por la plácida somnolencia que fluía a mi alrededor. Cuando las claras del día, atravesamos el larguísimo puente sobre el estuario del Tajo, que me pareció el mar por su amplitud, y nos dirigimos de inmediato al hotel para dejar el equipaje. El cuatro estrellas no estaba mal, con sus 15 plantas altivas en medio de la loma con vistas al río.

Tocaba primero recoger el dorsal en la Feria del Corredor, ubicada en uno de los edificios emblemáticos de la Expo del 98 y de camino descubrimos la majestuosidad y belleza de la estación de metro de Olaias.
     Un equívoco a la hora de sacar los pases me obligó a permanecer literalmente pegado a mi hermano a la hora de acceder a los controles de paso. ¡Vaya cachondeo que se formó! Algunos aún se estarán riendo repasando la prueba documental. No fue a mayores, y tras recoger el dorsal, la camiseta oficial y todo lo que llevaba la etiqueta de gratis, comenzamos la ruta turística que minuciosamente elaboró nuestro guía Pepe. El día apuntaba a caluroso cuando atravesamos a pié la Rua Augusta, la arteria principal del barrio de la Baixa, en dirección a la gran cuadrícula que dibuja la Plaza del Comercio frente al estuario del Tajo. Desde allí contemplamos flotando entre la bruma el esqueleto metálico del puente 25 de abril por el que pasaríamos al día siguiente. A continuación abandonamos la planicie ajedrezada de acompasados y altos edificios para subir por las reviradas callejas del barrio Alfama hasta la catedral y el castillo de San Jorge, compartiendo espacio con los típicos tranvías y una multitud de turistas, que como nosotros, se sentían complacidos por la belleza de sus escenarios y fachadas profusamente alicatadas, también de ropa tendida. 

Mientras bajábamos de vuelta, nos iba torturando en la nariz el olor de las cocinas y al desembocar en la zona de comidas, sucumbimos a la típica gastronomía portuaria donde no puede faltar un buen bacalao, presentado en alguna de sus múltiples recetas. No podemos decir lo mismo de la cerveza portuguesa. ¡Donde se ponga una Cruzcampo que se quite la Sagres! Con el estómago lleno y el "rubio" encima seguimos el itinerario previsto por las plazas Rossio, Figueroa (aquí encontramos "la Solano" de Lisboa, la Confeitaria Nacional, fundada en 1829, con su famoso pastel de nata) y Restauradores, llenas de cafés y bares donde tomar una copa y relajarse viendo el ambiente, y descartando el uso del elevador de Santa Justa continuamos subiendo en dirección al Chiado y Barrio Alto. El Chiado es un barrio elegante y bohemio conocido como el "Montmartre" de Lisboa que fue totalmente reconstruido tras el incendio de 1998. El Barrio Alto representa la Lisboa alternativa y es probablemente el mejor lugar de la ciudad para escuchar fados. Aquí se encuentra uno de los mejores miradores, el de San Pedro de Alcántara, donde dimos por finalizada la ruta y emprendimos la vuelta al hotel para el merecido descanso. Habíamos andado alrededor de 17 kilómetros, ¡ahí es ná! y aún quedaba la jornada del domingo.

Correr la media maratón, ésta era la excusa perfecta para visitar Lisboa, ¿o al contrario?. Sea lo que fuere, el caso es que nos encontramos en la recepción del hotel, debidamente equipados y rodeados de  japoneses. Que se lo digan a Miguel, que casi coge la escaleras de incendios para bajar. ¡Tal era el tránsito de orientales por los ascensores! Y es que como nosotros, madrugaron para desayunar, y bien que desayunamos, unos más que otros...Había que coger el primer Fertagus o tren que nos llevaría a línea de salida al otro lado del río atravesando el puente 25 de abril. El gentío de atletas esperando en los andenes iba creciendo al mismo ritmo que se llenaba nuestro tren, cual torre de Babel sobre raíles, cada cual hablando en su idioma. Cuando desembarcamos, a modo de invasión multicolor la multitud se dirigía a la salida y el pulso se aceleraba a medida que nos acercábamos a ella. Ahora era un grupo de chinos quien nos invitó a posar y nos fagocitaron, mimetizándonos con ellos. El efecto camiseta sobrepasaba con creces nuestra expectativa en la larga espera, bajo los brazos extendidos del Cristo Redentor que presidía la gran parada atlética estimada en 35.000 corredores.

Y al fin, el disparo que "desadrenaliza" y 21.097 m. por delante para disfrutar de un circuito precioso y llano por la ribera del Tajo, del espectacular paso sobre el Puente 25 de abril, de una organización y una ciudad volcada con el popular y sobre todo para sentir en la piel los valores que hacen este deporte tan grande, compañerismo, solidaridad, superación...compartidos kilómetro a kilómetro. Hicimos una piña y nos conjuramos para llegar a la meta cogidos de la mano sin importarnos el crono, atesorando multitud de anécdotas durante el recorrido: aún resonará en las calles la letanía musical del estribillo de la canción "Despacito", y el martilleante aviso para ceder el paso de imposible transcripción ¡boiss, boiss, boiss! y qué decir del incauto corredor portugués que aún estará lamentando haberle consultado el tiempo transcurrido... Preguntad por Andrés, todas ellas llevan su nombre. También hubo alguna que otra desilusión, esto es intrínseco a la competición, nada que no se pueda superar en una próxima cita. Pero el balance global de esta segunda experiencia internacional del club es muy positivo, gracias a las personas que formamos el grupo, corredores, esposas y amigos. Muito obrigado a todos. 
Y el año que viene NOS VAMOS DONDE SEA.

by Paco Toscano























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