“¡AÚPA AMO ALLÁ!”
Luego en San Sebastián, ciudad señorial y luminosa, fuimos hasta la playa de la Concha. Hicimos un receso para comer los típicos pintxos, regados del vino Txacolí, que hizo que algunos se creyeran que estaban en “Ponte fino”. Por la siesta, volvimos a la playa de la Concha, con sus típicas barandillas blancas, donde algunos se descalzaron para probar las las aguas cantábricas. Proseguimos la visita por el hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia, hasta el Kursal, donde recogimos el dorsal en una escueta feria del corredor.
Luego buscamos la suerte en alguna de las administraciones de lotería de San Sebastián y acabamos tomando unas cañas en una típica taberna vasca, a los pies de la basílica de Nuestra Señora del Coro. Allí se acercó nuestro compañero Enrique, que lleva nuestro club por bandera, fuera de nuestro pueblo. Luego marchamos hasta Lasarte, donde teníamos el hotel. Allí nos sorprendió un corredor disfrazado de don Quijote “de la Marcha”, que nos dijo algunas rimas de nuestro pueblo, que nos sacaron una sonrisa. Y de ahí a la cama.
El domingo temprano, hicimos un desayuno “opíparo”, como dice Andrés, que nos sirvió para tomar fuerzas para afrontar los veinte kilómetros de la carrera. Luego nos desplazamos hasta Behobia, donde nos hicimos la foto de grupo oficial, además de otras con otros corredores, con camiseta del Betis. La salida de los primeros cajones fue emocionante. Nos sorprendieron los “rollers” (corredores a patín), a los sones de la canción de rock “Roller” y la típica de “Carros de fuego”.
Pero si algo hace única en España esta carrera es por su animación, constante y desbordante a lo largo de todo, todo, el recorrido. A juicio de Agustín, la animación supera al de la maratón de Valencia. Al grito unánime de “Aúpa, aúpa”, discurrimos por los primeros kilómetros, hasta la ascensión del kilómetro siete. Las batucadas, los cientos de niños que te “chocaban los cinco”, los mayores que gritaban tu nombre en el dorsal, las palmas, las rotondas con música en vivo y animación, el popular pirata…quedan ya en nuestra memoria para siempre. Pero sin duda el más aclamado del grupo fue nuestro descalcista Jero, que arrasó literalmente entre la serpiente multicolor.
Así llegamos a Rentería, donde pudimos ver alguna foto de presos etarras y carteles, que nos devolvió la memoria a nuestra historia reciente más negra. Algún que otro repecho faltaba aún para llegar al paseo triunfal por el boulevard de San Sebastián.
Allí fue la locura. Entramos en meta todo el grupo de la mano, en una emoción desbordada. Luego vino la entrevista y foto al grupo para el diario de mayor difusión autonómica “El Diario Vasco”, el medallero y la vuelta.
La experiencia nos confirma que el turismo deportivo es un valor al alza y que el club lo ha fomentado siempre en la medida de lo posible, facilitando la financiación en cómodos plazos, si fuera necesario. El esfuerzo de la directiva ha sido desmedido,
especialmente Agustín y Ana, pero los quebraderos de cabeza han merecido la pena.
Todo ha acompañado, el buen ambiente y climatología.
Así que os aconsejo que os compréis una hucha y vayamos ahorrando para la próxima Behobia de Amo Allá.
Manuel Córdoba Ruiz.
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