LA MAGIA “SANANTONERA” VUELVE A CONQUISTAR EL CORAZÓN DE “AMO ALLÁ”
LA MAGIA “SANANTONERA” VUELVE A CONQUISTAR EL CORAZÓN DE “AMO ALLÁ”
La Carrera Urbana Internacional
Noche de San Antón, celebrada el pasado 18 de enero en Jaén, ha supuesto para
el Club de Atletismo “Amo allá” el primer gran evento colectivo de 2025, tras
el subidón que supuso finalizar 2024 con la celebración de la cada vez más
tradicional San Silvestre Solidaria en nuestra localidad.
“Amo Allá” regresaba en masa a
Jaén tras varios años en los que la presencia de nuestros/as corredores/as no
faltó, aunque en un número bastante inferior a la casi treintena de
participantes que en esta 42ª edición han discurrido por las calles de la capital
del Santo Reino.
La carrera propiamente dicha
comenzó a las 20:30 horas del citado 18 de enero, aunque la logística para una
prueba que levanta tanta expectación, con la consiguiente demanda masiva de
dorsales, comenzó meses antes, contactando con la organización con el objetivo
de asegurar la participación de todos/as los/as componentes del club que lo
habían solicitado. Y afortunadamente fue así, ya que el 6 de diciembre, día en
el que se abría el plazo de inscripciones, las plazas se agotaron en apenas
cuatro horas.
Volviendo a la carrera, el
pistoletazo de salida suponía el inicio del colofón a una jornada en la que las
pruebas escolar, infantil y élite habían precedido a la gran fiesta del
atletismo popular a través de un trazado cuya dureza se ve compensada con
creces con el calor (a pesar del frío reinante) de un público que no para de
animar al paso de los casi 10000 corredores y corredoras participantes, en una
incesante melodía de aplausos, gritos de aliento y cánticos diversos que
empujan en las rampas más exigentes y que hacen volar en los tramos más amables,
haciendo que cada atleta saque su mejor versión e incluso supere límites que
creía insuperables.
Es la magia de una noche de luz,
la que Jaén lleva en la letra de su himno – “Bella ciudad de luz, qué tienes
cuando me miras”- y que se acentúa aún más con el alumbrado navideño, que se
mantiene para volver a encenderse en esta fecha, porque, como reza el dicho
jaenero, “hasta San Antón, pascuas son”. Y luz de las hogueras, o de las
lumbres, como gusta llamarlas en estos lares, que dan continuidad al ambiente
festivo hasta bien entrada la madrugada en cada barrio. Hasta 35 se llegaron a
encender en esta edición en distintos puntos, además de los cientos de
antorchas repartidas entre el público a lo largo de todo el recorrido. Y las
rosetas, que son palomitas de maíz, pero que igualmente por aquí se llamen de
esa manera tan singular.
La carrera tiene un inicio
favorable, con la bajada de la Avenida de Andalucía hasta el túnel que conecta
con Ruiz Jiménez. Allí, quienes quieren buscar un mejor tiempo, pasan por
encima, pero la gran mayoría, que quieren vivir la experiencia a tope, se
lanzan al interior de una locura de ruido y estruendo en la que se convierten
los trescientos metros bajo tierra hasta volver a salir a la superficie… Y sin
descanso, la primera rampa. El kilómetro 2 nos adentra en la subida de la
avenida de Madrid que, tras un pequeño respiro por el rodeo de Virgen de la
Cabeza, Fermín Palma y Baeza, vuelve empinarse y a marcar máximo porcentaje de
desnivel hasta que se corona para buscar la bajada por Avenida de Granada y la
media vuelta al ruedo a la plaza de toros, con su poquito de repecho, para que
no olvidemos que estamos en Jaén. En Adarves Bajos otro respiro; otra bajadita
que enlaza con un falso llano picante hacia arriba que prácticamente nos deja a
las faldas de Senda de los Huertos, el famoso barranco de los Escuderos,
legendario y temido en esta carrera, justo en su ecuador, cuya cima se va poco
a poco adivinando tras cada esforzada zancada y que se culmina por todo lo
alto, nunca mejor dicho, con la música a todo trapo que resuena en la Glorieta
de la Palmera y que te da el último impulso para encarar la bajada por Carrera
de Jesús, el avituallamiento líquido y, al final, una curva a la izquierda y…
¡Buah, niño! ¡La catedral!
El punto y aparte aquí es
necesario y no es solo un recurso literario. Es que no hay comparación. Ese
paso por la plaza de Santa María a tope de gente y con el monumento obra de
Andrés de Vandelvira al fondo, es inenarrable, inolvidable, ¡único!
Contrariamente a lo que se suele a afirmar, no todo desde la Catedral es cuesta
abajo, pero sí que es cierto que el chute de energía que coges ahí y en la
bajada por Bernabé Soriano, donde el gentío estrecha el recorrido como en esas
míticas imágenes del Alpe D´Huez o el Tourmalet que vemos en televisión durante
las retrasmisiones del Tour de Francia, te dan el plus definitivo para afrontar
los repechos de Madre Soledad Torres Acosta y Millán de Priego, así como para
volar por el barrio de Santa Isabel, donde sí, también sigue habiendo un montón
de gente en cada calle. Y tras la última curva, ahí está otra vez la Avenida de
Andalucía, el Gran Eje, como le llaman en Jaén, que esa noche es más largo que
nunca pero también más concurrido, más ruidoso, más cariñoso y animoso, para
que ese último aliento, si falta en algún corredor o corredora, llegue en forma
de aplauso, de “¡vamos, campeón/a, que ya no queda nada!”, o de “¡sí se puede!,
¡sí se puede!”… Y vaya si se puede… Tanto, que por mucha energía que te hayas
dejado por el camino, te queda de sobra para una amplia sonrisa, para alzar los
brazos y para un último grito de júbilo al cruzar la meta.
Los futboleros, cuando hablan de
estadios en los que al menos una vez en la vida hay que ver un partido, se
refieren a Wembley, al Bernabéu, al Camp Nou, a Maracaná, el Azteca o la
Bombonera, como escenarios imprescindibles, y creo que no me equivoco al
afirmar que, llevado al terreno del atletismo popular, la carrera de San Antón
es, haciendo la comparación con esos santuarios del fútbol mundial, de esas
imprescindibles, ineludibles para todo/a corredor/a que quiera vivir una
experiencia única, más allá de hacer marca o poner a prueba su preparación.
Porque San Antón es más, mucho más que una carrera. Es el sentimiento máximo de
una ciudad que envuelve a toda persona que esa noche se calza las zapatillas y
la cruza para emocionarse a lo grande de principio a fin.
Y como no quiero ser yo, con mi
aún exigua experiencia en estas lides “runneras” el que lo afirme
categóricamente, me quedaré con lo que manifestó nuestro compañero e ilustre
veterano, Paco Toscano, apenas unas horas después de completar su enésima participación
en esta prueba: “la mejor carrera con diferencia que he corrido, y llevo
muchas”. Pues eso.
Para terminar, solo me queda indicar que, si bien la San Antón es única, no es irrepetible, por eso mismo, se hace desde ya necesario plantearse repetir. Y si el año que viene, en lugar de un bus el que viene a Jaén desde Aguilar, son dos, mejor que mejor.
¡Enhorabuena a todos/as! ¡Amo
allá!
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